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lunes, 10 de septiembre de 2012

CÓMO RESOLVER PROBLEMAS




Ha llegado la hora de aprender a resolver problemas. Existen innumerables de ellos: económicos,  sociales, morales, religiosos, familiares, etc., y nosotros debemos aprender a resolverlos inteligentemente.

Lo más importante para la solución de cualquier problema es NO IDENTIFICARSE con el mismo. Uno tiene cierta tendencia de identificarse con el problema y llega a ser de tal magnitud que nos convertimos de hecho en el problema mismo. El resultado de semejante injustificación es que fracasamos en la solución, porque un problema no puede jamás resolver otro problema. Necesitas pensar de modo completamente nuevo acerca del problema que quieres resolver. En la vida moderna tenemos muchísimos problemas y desgraciadamente no gozamos de PAZ. Esto es un verdadero rompecabezas porque sin paz no podemos encontrar soluciones.

Necesitamos investigar cuál es el principal factor que acaba con la paz dentro y fuera de nosotros mismos. Necesitamos descubrir cuál es la causa del conflicto.

Ha llegado la hora de comprender a fondo en todos los niveles de la mente las infinitas contradicciones que tenemos dentro porque ese es el principal factor de discordia y conflicto. Comprendiendo a fondo la causa de una enfermedad, curamos al enfermo. Comprendiendo a fondo la causa del conflicto, acabamos con el mismo.

Si nos analizamos juiciosamente, descubrimos que dentro de nosotros mismos existe un estado de constante afirmación y negación. Lo que queremos ser, lo que somos realmente. Somos pobres y queremos ser millonarios, si lo logramos, ya no estamos contentos y queremos ser multimillonarios. Somos soldados y queremos ser generales, somos generales y queremos ser más que eso. Somos solteros y queremos ser casados, nos casamos y queremos volver a la soltería.

El ESTADO DE CONTRADICCIÓN engendra conflicto, dolor, miseria moral, actos absurdos, violencia, murmuraciones, calumnias, etc. El estado de contradicción jamás en la vida puede traernos paz. Tú necesitas resolver tus problemas inteligentemente y por lo tanto es urgente que tengas paz constantemente.

Cada problema implica millares de contradicciones y este estado impide su solución. ¿Haré esto o aquello? ¿Cómo?, etc., etc.

Necesitamos resolver primero las causas de la contradicción para acabar con el conflicto. La raíz de estas contradicciones están dentro de nosotros mismos: existe conflicto mental entre lo que somos y lo que queremos ser, entre lo que es un problema y lo que nosotros queremos que lo sea.
Cuando se nos presenta un problema, nuestra primera reacción es pensar en él, resistirlo, negarlo, aceptarlo, explicarlo, etc. Es necesario comprender que con la angustia, con la contradicción, con la preocupación, no se puede traer solución alguna. La mejor forma de reaccionar es el silencio. Nos referimos al silencio de la mente. Este silencio viene no pensando en el problema, cuando comprendemos que con el conflicto y sus contradicciones nada se resuelve. Este silencio no es un don especial de nadie, ni una capacidad de cierto tipo. Es algo que se puede y se debe educar para lo cual existen disciplinas fácilmente aplicables, que han sido muy seriamente estudiadas y aplicadas en el oriente y que muchas escuelas han adaptado al estudiantado occidental con mayor o menor resultado. El silencio de la mente adviene cuando comprendemos que ningún problema se resuelve resistiéndole, aceptándole, negándole, afirmándole o explicándole.

El silencio mental nace de la acción inteligente, acción intuitiva que resolverá el problema por difícil que sea. Esta acción inteligente no es el resultado de ninguna reacción. Cuando percibimos el hecho del problema, es cuando nos damos cuenta del hecho real, sin afirmarlo, negarlo, ni explicarlo. Cuando ni aceptamos el hecho ni rechazamos, entonces viene el silencio de la mente.

En el silencio florece la intuición. Del silencio brota la acción inteligente que resuelve totalmente el problema. Solo la imaginación, inspiración e intuición, son los tres caminos obligatorios de la iniciación. A estas alturas inefables se llega mediante la meditación, la concentración y el éxtasis conocido en el oriente como Samadhi.

La sabiduría oriental se practica en el siguiente orden: primero Asana (postura del cuerpo, según hemos enseñado en pasadas exposiciones) segunda Pratyahara (no pensar absolutamente) tercero Dharana (concentración en una sola idea) cuarto Dhyana (meditación profunda) quinto Samadhi (éxtasis).

Es necesario colocar el cuerpo en la posición más cómoda (Asana), es indispensable poner la mente en blanco antes de la concentración (Pratyahara), es urgente saber fijar la mente en una sola cosa (Dharana), así llegamos a reflexionar profundamente sobre el contenido de la misma cosa (Diana), por este camino llegamos al Éxtasis (Samadhi). Toda esta disciplina esotérica de la mente debe llenar completamente nuestra vida.

En presencia de cualquier persona, ya cuando hallamos obtenido éxito en esta disciplina, surgirán en nuestro interior muchas imágenes que corresponden a la vida interna de la persona con la cual nos hemos puesto en contacto, esto se llama Clarividencia. Más tarde estas imágenes producen en nosotros distintos sentimientos de inspiración y entonces el discípulo ha llegado al conocimiento inspirado.  Por último, el discípulo en presencia de cualquier persona conoce la vida del interlocutor. Está en el conocimiento intuitivo.

Aquellos que quieran ingresar a la sabiduría del fuego, tienen que controlar el proceso del razonamiento y cultivar las facultades ardientes de la mente.

De la RAZÓN solo debemos extraer su fruto de oro: la COMPRENSIÓN. La comprensión y la imaginación constructivas deben reemplazar a la razón. La imaginación y la comprensión son los cimientos de las FACULTADES SUPERIORES de la mente.

El conflicto mental es destructivo y ruidoso. El conflicto mental es resultado de los deseos opuestos, queremos y no queremos, deseamos esto y aquello. Estamos en contradicción constante y esto de hecho es conflicto. La contradicción constante que existe dentro de nosotros, se debe a la lucha de los deseos opuestos.

No deseamos que se nos interprete en forma distinta a la que tratamos de explicar. Una cosa es la inspiración constante de superación individual, la necesidad de cada uno por ser mejor que antes, de capacitarse continuamente, a fin de progresar material y espiritualmente, guardando perfecto equilibrio entre ambos aspectos, y otra cosa muy distinta y que desde todo punto de vista es negativa, constituye la constante contradicción interna, el individuo permanentemente insatisfecho, no porque tenga un alto concepto de la propia superación, pues no realiza esfuerzos para lograrlo, sino simplemente por el defecto inconsciente de estarse “llevando a sí mismo la contraria”. De esto tenemos todos en mayor o menor grado aún considerándonos exentos de esta situación.

La vida es una sucesión absurda de deseos, fugases y vanos. Cuando comprendemos profundamente que todos los deseos de la vida son fugases y vanos, porque inmediatamente son sustituidos por una cadena interminable de otros deseos, en muchas ocasiones contradictorios, entonces nace de una profunda comprensión la paz verdadera de la mente, desparece la contradicción y el conflicto. Solo la mente que está en paz puede resolver los problemas. LA PAZ ESTÁ EN EL SILENCIO DE LA MENTE.

La contradicción surge de la terquedad. Cuando la mente se aferra a un solo deseo, cuando quiere a toda costa, cueste lo que cueste, que se realice un deseo, es lógico que tiene que haber conflicto. Si observamos cuidadosamente a dos personas que están discutiendo un problema, podemos afirmar que cada persona se aferra a un deseo, y cada persona quiere ver satisfecho su deseo y esto, como es natural, forma un conflicto.

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