Ha llegado la hora de
aprender a resolver problemas. Existen innumerables de ellos: económicos, sociales, morales, religiosos, familiares,
etc., y nosotros debemos aprender a resolverlos inteligentemente.
Lo más importante para la
solución de cualquier problema es NO IDENTIFICARSE con el mismo. Uno tiene cierta tendencia
de identificarse con el problema y llega a ser de tal magnitud que nos
convertimos de hecho en el problema mismo. El resultado de semejante
injustificación es que fracasamos en la solución, porque un problema no puede
jamás resolver otro problema. Necesitas pensar de modo completamente nuevo
acerca del problema que quieres resolver. En la vida moderna tenemos muchísimos
problemas y desgraciadamente no gozamos de PAZ. Esto es un verdadero
rompecabezas porque sin paz no podemos encontrar soluciones.
Necesitamos investigar cuál
es el principal factor que acaba con la paz dentro y fuera de nosotros mismos.
Necesitamos descubrir cuál es la causa del conflicto.
Ha llegado la hora de
comprender a fondo en todos los niveles de la mente las infinitas
contradicciones que tenemos dentro porque ese es el principal factor de
discordia y conflicto.
Comprendiendo a fondo la causa de una enfermedad, curamos al enfermo.
Comprendiendo a fondo la causa del conflicto, acabamos con el mismo.
Si
nos analizamos juiciosamente, descubrimos que dentro de nosotros mismos existe
un estado de constante afirmación y negación. Lo que queremos ser, lo que somos
realmente. Somos pobres y queremos ser millonarios, si lo logramos, ya no
estamos contentos y queremos ser multimillonarios. Somos soldados y queremos
ser generales, somos generales y queremos ser más que eso. Somos solteros y
queremos ser casados, nos casamos y queremos volver a la soltería.
El ESTADO DE CONTRADICCIÓN
engendra conflicto, dolor, miseria moral, actos absurdos, violencia,
murmuraciones, calumnias,
etc. El estado de contradicción jamás en la vida puede traernos paz. Tú
necesitas resolver tus problemas inteligentemente y por lo tanto es urgente
que tengas paz constantemente.
Cada
problema implica millares de contradicciones y este estado impide su solución.
¿Haré esto o aquello? ¿Cómo?, etc., etc.
Necesitamos resolver
primero las causas de la contradicción para acabar con el conflicto. La raíz de estas
contradicciones están dentro de nosotros mismos: existe conflicto mental entre
lo que somos y lo que queremos ser, entre lo que es un problema y lo que
nosotros queremos que lo sea.
Cuando se nos presenta un
problema, nuestra primera reacción es pensar en él, resistirlo, negarlo,
aceptarlo, explicarlo, etc. Es necesario comprender que con la angustia, con la
contradicción, con la preocupación, no se puede traer solución alguna. La
mejor forma de reaccionar es el silencio. Nos referimos al silencio de
la mente. Este silencio viene no pensando en el problema, cuando
comprendemos que con el conflicto y sus contradicciones nada se resuelve. Este
silencio no es un don especial de nadie, ni una capacidad de cierto tipo. Es
algo que se puede y se debe educar para lo cual existen disciplinas fácilmente
aplicables, que han sido muy seriamente estudiadas y aplicadas en el oriente y
que muchas escuelas han adaptado al estudiantado occidental con mayor o menor
resultado. El silencio de la mente adviene cuando comprendemos que
ningún problema se resuelve resistiéndole, aceptándole, negándole, afirmándole
o explicándole.
El silencio mental
nace de la acción inteligente, acción intuitiva que resolverá el problema por
difícil que sea. Esta acción inteligente no es el resultado de ninguna
reacción. Cuando percibimos el hecho del problema, es cuando nos damos cuenta
del hecho real, sin afirmarlo, negarlo, ni explicarlo. Cuando ni aceptamos el
hecho ni rechazamos, entonces viene el silencio de la mente.
En el silencio florece la
intuición. Del
silencio brota la acción inteligente que resuelve totalmente el problema. Solo
la imaginación, inspiración e intuición, son los tres caminos
obligatorios de la iniciación. A estas alturas inefables se llega mediante la
meditación, la concentración y el éxtasis conocido en el oriente como Samadhi.
La sabiduría oriental se practica
en el siguiente orden: primero Asana (postura del cuerpo, según hemos
enseñado en pasadas exposiciones) segunda Pratyahara (no pensar
absolutamente) tercero Dharana (concentración en una sola idea) cuarto Dhyana
(meditación profunda) quinto Samadhi (éxtasis).
Es necesario colocar el
cuerpo en la posición más cómoda (Asana), es indispensable poner la mente en
blanco antes de la concentración (Pratyahara), es urgente saber fijar la mente
en una sola cosa (Dharana), así llegamos a reflexionar profundamente sobre el
contenido de la misma cosa (Diana), por este camino llegamos al Éxtasis
(Samadhi). Toda esta disciplina esotérica de la mente debe llenar completamente
nuestra vida.
En presencia de cualquier
persona, ya cuando hallamos obtenido éxito en esta disciplina, surgirán en
nuestro interior muchas imágenes que corresponden a la vida interna de la
persona con la cual nos hemos puesto en contacto, esto se llama Clarividencia.
Más tarde estas imágenes producen en nosotros distintos sentimientos de inspiración
y entonces el discípulo ha llegado al conocimiento inspirado. Por último, el discípulo en presencia de
cualquier persona conoce la vida del interlocutor. Está en el conocimiento
intuitivo.
Aquellos que quieran
ingresar a la sabiduría del fuego, tienen que controlar el proceso del
razonamiento y cultivar las facultades ardientes de la mente.
De la RAZÓN solo debemos
extraer su fruto de oro: la COMPRENSIÓN. La comprensión y la imaginación
constructivas deben reemplazar a la razón. La imaginación y la
comprensión son los cimientos de las FACULTADES SUPERIORES de la mente.
El conflicto mental es
destructivo y ruidoso. El conflicto mental es resultado de los deseos
opuestos, queremos y no queremos, deseamos esto y aquello. Estamos en
contradicción constante y esto de hecho es conflicto. La contradicción
constante que existe dentro de nosotros, se debe a la lucha de los deseos
opuestos.
No deseamos que se nos
interprete en forma distinta a la que tratamos de explicar. Una cosa es la
inspiración constante de superación individual, la necesidad de cada uno por
ser mejor que antes, de capacitarse continuamente, a fin de progresar material
y espiritualmente, guardando perfecto equilibrio entre ambos aspectos, y otra
cosa muy distinta y que desde todo punto de vista es negativa, constituye la
constante contradicción interna, el individuo permanentemente insatisfecho, no
porque tenga un alto concepto de la propia superación, pues no realiza
esfuerzos para lograrlo, sino simplemente por el defecto inconsciente de
estarse “llevando a sí mismo la contraria”. De esto tenemos todos en mayor o
menor grado aún considerándonos exentos de esta situación.
La vida es una sucesión
absurda de deseos, fugases y vanos. Cuando comprendemos profundamente que todos
los deseos de la vida son fugases y vanos, porque inmediatamente son
sustituidos por una cadena interminable de otros deseos, en muchas ocasiones
contradictorios, entonces nace de una profunda comprensión la paz verdadera de
la mente, desparece la contradicción y el conflicto. Solo la mente que está
en paz puede resolver los problemas. LA PAZ ESTÁ EN EL SILENCIO DE LA
MENTE.
La contradicción surge
de la terquedad. Cuando la mente se aferra a un solo deseo, cuando quiere a
toda costa, cueste lo que cueste, que se realice un deseo, es lógico que tiene
que haber conflicto. Si observamos cuidadosamente a dos personas que están
discutiendo un problema, podemos afirmar que cada persona se aferra a un deseo,
y cada persona quiere ver satisfecho su deseo y esto, como es natural, forma un
conflicto.